martes, 5 de agosto de 2008

LA CONTROVERSIA DE LOS NATURALIZADOS

El día de ayer se entrenaron por primera vez dos nuevos seleccionados cuya convocatoria va cargada de polémica, Leandro Augusto y Matías Vuoso. Estos dos jugadores, mexicanos por naturalización, llegan a la Selección Mexicana para avivar un debate que lleva varios meses instalado en la opinión pública.

¿Es correcto que se convoque a jugadores naturalizados?

En Europa es una práctica común, incluso hay selecciones como la de Francia, en la que lo raro es encontrarse a algún jugador francés de nacimiento o de padres franceses. También llama poderosamente la atención que un país como Alemania, que hace un poco más de medio siglo reinvindicaba la supremacía de la raza aria, tenga en su lista de convocados dos jugadores polacos, un suizo, un brasileño y un ghanés. Con otras selecciones potentes del continente europeo sucede lo mismo, Italia tiene una larga historia de naturalizar jugadores argentinos, y la selección española ha naturalizado en diferentes épocas a jugadores brasileños y argentinos.

En México no es la primera vez que ocurre aunque existen posiciones encontradas. En 1935 se naturalizó a Julio Lores, jugador peruano de nacimiento y que jugó el Mundial de 1938. Sin embargo muchos niños que llegaron durante el exilio español, y que a la postre se volvieron jugadores de futbol, nunca pudieron representar a México, por no ser mexicanos por nacimiento, a pesar de haberse criado en este país. Sin embargo, a pesar de esta doble política, han habido dos cubanos, dos españoles, cinco argentinos, un peruano, y un brasileño que se han vestido con la camiseta de la Selección Mexicana de Futbol.

Si tomamos en cuenta el aspecto legal, la decisión es clara, en México no existen ciudadanos de segunda clase, por lo que el hecho de tener un pasaporte mexicano, le otorga el derecho de representar al país. Sin embargo se dice que el hecho de convocar a jugadores naturalizados va en detrimento del Futbol Mexicano.

Si tomamos en cuenta el aspecto humano. Es muy probable que jugadores como por ejemplo Antonio Naelson Sinha, que se casó con una mexicana, tuvo hijos en México y se naturalizó mexicano mucho antes de ser convocado, sienta más los colores de este país que por ejemplo Nery Castillo, que nació aquí por casualidad, pero fue criado en Uruguay y Grecia, y decidió jugar por México más por conveniencia que por convicción.

La pregunta sería entonces: ¿La Selección Mexicana de Futbol representa a México, o es un conjunto de jugadores que representa a la Federación Mexicana de Futbol y sus interéses? En lo personal creo que se trata más de lo segundo, puesto que si se tratára de un cuestión “nacional” sería impensable convocar a jugadores de otro país.

Ahora si efectivamente como se dice, el hecho de llamar naturalizados perjudica al futbolista mexicano, la pregunta obligada es:

¿Por qué lo permiten los dueños de los equipos?

En mi opinión lo permiten por su constante búsqueda del éxito inmediato, pues siempre es mucho más fácil naturalizar a un jugador ya hecho, que desarrollar, educar y formar a un jugador jóven, lo que requiere mucho más tiempo, dinero y esfuerzo.

Es lo mismo que ocurre en la Liga Mexicana de Futbol. Pocos son los equipos que desarrollan y trabajn seriamente en sus Fuerzas Básicas. Por eso las posiciones importantes en los equipos (delantera, central, contensión, enganche) se encuentran prácticamente copadas por jugadores extranjeros. Incluso instituciones que llevan años apostando a las Fuerzas Básicas como son el Atlas y los Pumas, siempre contratan a jugadores extranjeros para esas posiciones.

El mejor ejemplo de esto ocurre con el jugador Mauricio Romero del Atlas. Es un jugador nacido en la cantera y con condiciones, sin embargo tuvo que ser cedido a préstamo al León para encontrar minutos de juego. Logró ser el máximo goleador del campeonato en Primera A, y eso le mereció regresar al Atlas sólo para volverse el sustituto de un jugador extranjero recién llegado.

¿Cuál es la solución?

No es cosa fácil. No creo que disminuir el número de extranjeros solucione este problema, pues cabe la posibilidad que lo único que ocurra es que aumente considerablemente el número de extranjeros que se naturalicen para poder jugar en México.

Más allá de cualquier cambio de reglamentación, lo que debe ocurrir es un compromiso real por parte de los dueños de los equipos en darle oportunidades a los jóvenes jugadores mexicanos. Darles preferencia a los jugadores mexicanos en igualdad de condiciones por sobre el jugador extranjero, que deberían ser notablemente mejores que la media de los jugadores locales. No escuchar a directores técnicos comodinos que buscan colocar a sus amigos, o las promesas de negocio fácil de promotores con pocos escrúpulos. Repito, no es cosa fácil.

De lo contrario, no debe sorprendernos que en futuras convocatorias de la Selección Mexicana de Futbol nos encontremos con dos polacos, un suizo, un brasileño y un ghanés, ni ofendernos porque los seleccionados no canten el himno, porque no se lo saben.

Sebastián del Amo