miércoles, 10 de enero de 2007

LA DESPEDIDA DE UN DICTADOR

Mucho me impactó saber que el pasado 24 de Diciembre del 2006, se dio a conocer a través de la Fundación Augusto Pinochet, una carta póstuma en la que el ex dictador chileno justifica su dictadura a manera de despedida. La carta lleva el poco afortunado título de: Mensaje a mis Compatriotas y en palabras del portavoz de la Fundación constituye “un mensaje de unidad para los chilenos”.
Ese impacto inicial se transformó en estupor al comenzar a leerla, y no pude evitar tener algunas arcadas del asco al terminarla.
Primero que nada la carta va dirigida a todos los chilenos “sin exccepción”, de los que se despide “con cariño” porque en sus propias palabras “en su corazón no hay lugar para el odio”. Resulta verdaderamente enternecedora la imagen del viejo dictador, enfermo al grado de no poder enfrentar sus crímenes en un juicio, rodeado por sus hijos, sus nietos, sus cómplices, y sus secuaces, vertiendo conceptos sobre el amor y es que como él mismo dice: “Por amor se pueden hacer muchas cosas buenas y muchas malas… Acertadas y erróneas…” Y es que así es el amor, y cuando uno está enamorado no sabe ni lo que hace. ¡Qué bonito es el amor! Lo que le pasaba a Pinochet en su juventud es que sentía un profundo “amor por la patría”, y citando a Mario Moreno “Cantinflas”, ahí estaba el detalle.
Sin embargo el joven Augusto se enfrentó rápidamente a esa máxima budista de que “la vida es sufrimiento”, y en el amor, al igual que en la vida, hay que sufrir. En su carta sufre, sus lamentos son como golpes de pecho pues dice que “¡Cómo quisiera que no hubiese sido necesaria la acción del 11 de septiembre de 1973!… ¡Cómo hubiera querido que la ideología marxista-leninista no se hubiera interpuesto en la nuestra vida patria!… ¡Cómo hubiese deseado que el presidente Allende no hubiere incubado en su ideario el propósito de transformar a nuestra Patria en una pieza más del tablero dictatorial marxista!…", y es que queda claro que no es culpa suya, fue una mezcla de amor y sentido del deber… ¡Si no le hubiera picado esa maldíta “mosca” al presidente Allende!… En lugar de balas hubiera tirado flores…
Según su vision, limitada seguramente por su enfermedad, en los setenta el mundo se encontraba inmerso en plena Guerra Fría, y Chile iba irremedialemente a una “Guerra civil con miles de muertos… “, que es “lo peor que le puede pasar a una sociedad…”, esto debido a la política que estaba imponiendo el presidente Salvador Allende, elegido democráticamente por cierto, y, por eso, otra vez según él, que “la mayoría de la población se inclinaba a eliminar la imposición de un dictadura marxista…” mediante un Golpe de Estado y una dictadura militar que duró hasta 1988, año en que terminó mediante a un Referéndum.
Augusto sufrió al haber tenido que dar la órden a los tanques para que asaltáran el Palacio de la Casa de la Moneda, sede del gobierno chileno, un 11 de Septiembre de 1973. Eso lo deja claro en sus sentidas líneas.
No obstante, entiende que una vez hecho esto, había que actuar "con máximo rigor", había que exterminar por completo la amenaza marxista, pues de lo contrario, la acción militar hubiese terminado en un fiasco, que habría "provocado en el pueblo por muchos años consecuencias negativas en extremo dolorosas…" por eso que puso en marcha un aparato represor que acabó con más de 3.000 muertos, un millar de desaparecidos, cerca de 30.000 torturados y más de 200.000 exiliados.
Se vió obligado a "emplear diversos procedimientos de control militar, como la reclusión transitoria, los exilios autorizados, los fusilamientos con juicio militar…". Reconoce: "En muchas muertes habidas y en los desaparecimientos de cuerpos es muy posible que no se logre jamás un conocimiento acabado del cómo o por qué ocurrieron…". Además, atribuye los excesos del régimen a elementos incontrolados, pues sostiene: "No se puede descargar con simpleza la responsabilidad de un sinnúmero de extralimitaciones porque no hubo un plan institucional para ello… Los conflictos graves son así y siempre serán así: fuente de abusos y exageraciones…" En cuanto a su responsabilidad como jefe del Estado, asegura que actuó "con rigor pero con mucha más flexibilidad que la que se me reconoce, por lo que yo siempre me refería a una 'dictablanda'…" Menos mal que era él el Jefe de Estado, un enamorado del amor, y no alguien cabrón de verdad, pero eso no se lo reconocen, es un pobre incomprendido.
Ya finalizado su régimen, dice que “nunca dejo de pensar en las heridas abiertas…" y que le gustaría "andar en las calles, saludando, consolando, ayudando…". Sin embargo, “mi destino es un tipo de destierro y soledad que jamás hubiera pensado, y menos deseado…" Pobrecillo. Dice que lo asume en todo caso "orgulloso de la enorme acción que hubo que realizar para impedir que el marxismo-leninismo alcanzara el poder total…", y con el objetivo de que "mi entrañable Patria fuera una gran nación…" Por ello dice, "sin una pizca de vacilación, que de repetirse la experiencia hubiere deseado, mayor sabiduría". Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo…
Así es como se despide uno de los más nefastos personajes de la historia reciente de América Latina.
Vale la pena hacer hincapié, como recalcó el periódico español El País, en el hecho de que Augusto Pinochet murió en su casa, pese a la orden internacional de aprehensión en su contra girada por el juez español Baltasar Garzón por ser el responsable de la muerte de algunos ciudadanos españoles durante el golpe de Estado, sin enfrentar ninguna de las causas que se quedarán pendientes ante la justicia chilena y la internacional.
Llegado a este punto lo realmente importante es el juicio histórico que se le haga a un personaje como Pinochet. Seguramente, millones de personas en el mundo, habrían deseado ver a Pinochet terminar sus días en una mazmorra húmeda y oscura, como fue el destino de muchos de los desaparecidos del Estadio Nacional de Santiago.
Es cierto que debería de haber sido un juez chileno, y no un español, el que debería haber promovido el juicio contra Pinochet, aunque es muy probable que un juez chileno nunca habría intentado ir hasta el final para encarcelar al ex dictador, pero por algo será.
Para el super juez Baltasar Garzón fue más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el propio: Franco, al igual que el dictador chileno, murió de viejo, sin enfrentar ningún tipo de cuestionamiento sobre su dictadura de treinta y siete años, fue enterrado con honores marciales y como Héroe de la Patria; nunca se le abrió ninguna causa ante la justicia por las muchas atrocidades cometidas durante la Guerra Civil y hasta el final de su dictadura a mediados de los setenta. Incluso hoy en día, más de treinta años después de su muerte, un grupo parlamentario, el del Partido Popular, se opone a cualquier proyecto de ley de Recuperación de la Memoria Histórica, encaminada a resarcir moral, política o económicamente las legitimas demandas de las víctimas del franquismo, acusándola de “revanchista”, de buscar “abrir viejas heridas” y “dividir a España”. En esa situación se encuentran en la actualidad las familias de cerca de treinta mil víctimas del franquismo.
Si la intención de enjuiciar a Pinochet fue, según parece, una búsqueda abstracta de la “Justicia Universal”, todavía quedan muchísimos frentes abiertos: el de Reagan-Oliver North en Nicaragua, Centroamérica, e Irán, Bill Clinton en Bosnia, Ariel Sharon en Líbano y Palestina, Vladimir Putin en Chechenia, y un larguísimo etcétera que alcanzaría al tandem Bush- Blair en Irak y Afghanistán…
Si no fue así… ¿Debe entenderse entonces como no un intento de los paises poderosos por interceder, y “hacer su propia justicia” en países pobres?… ¿Ó es que hay casos en que la búsqueda de la “Justicia Universal” conviene más que en otros?…



Sebastián del Amo.


PS: Nicaragua, ¿caso ejemplar de democracia y justicia?

Parecería que uno de los pocos paises del mundo que podría jactarse de actuar con valores verdaderamente democráticos y un alto sentido de la justicia y las leyes, es Nicaragua. Desde los ochentas a la fecha, Nicaragua ha pasado de la dictadura del último de los Somoza, “Tachito”, a la Revolución Sandinista. Los Sandinistas, a pesar de tener que soportar una “guerra sucia” financiada por la CIA, tuvieron tiempo para elaborar un Código Electoral y convocar a las primeras elecciones democráticas. En ellas perdieron y los “Contras” subieron al poder con la primera mujer presidente en América Latina, Violeta Chamorro; ella, al terminar su mandato, pasó el mando a Arnoldo Alemán quien, al cabo de unos años, perdió las elecciones democráticas ante Humberto Ortega, el que fuera líder de la Revolución Sandinista. Nicaragua es el primer país de América Latina -¿quizá del mundo?- que enjuicia por corrupción a un recién ex presidente (Arnoldo Alemán), hasta la fecha en arresto domiciliario.
Cualquier similitud con México, seguramente será una pura coincidencia.

No hay comentarios: