lunes, 22 de enero de 2007

El doctor Aznar


Los expresidentes, según Felipe González, son bellos jarrones que nadie sabe dónde poner. En el Consejo de Estado, pensó Zapatero. Para que no añoren las alfombras. Para que recuesten las espaldas cansadas en terciopelo rojo. Para que relajen las piernas acostumbradas a la mesa oval. Las próstatas presidenciales merecen una consideración y los síndromes nefróticos hinchan los tobillos.
Se imponen los idiomas. Ser Consejero de una multinacional de la comunicación exige el dominio de varias lenguas. Condenar la inmigración en alemán suena más contundente que en el román paladino. Golpea más fuerte la palabra. El inglés sirve para entenderse con Buhs y diagramar una guerra bajo la arboleda de las Azores. Los misiles obedecen el inglés y a los muertos iiraquíes les trae sin cuidado el acento del invasor. Aznar tenía antecedentes de políglota. Aprendió rápidamente catalán para hablarlo en la intimidad. Le bastó un empujón de Convergencia y olvidar la exigencia de que el enano aprendiera castellano. La guerra en inglés. Los apoyos en catalán.
Ahora que Aznar es predicador de occidente ha hablado en italiano. A Europa sólo la salvará su unidad. ¿De quién y contra quién tiene que salvarse Europa? Los inmigrantes deben asumir nuestras costumbres y nuestros valores para integrarse en nuestra cultura. No valen la pena sus mezquitas, su filosofía, su saber milenario. Todo deben tirarlo por la borda de los cayucos. Excomulgado Mahoma. Felizmente arrasado el Coram. Europa tiene que permanecer en sus raíces judeocristianas. Bajo estas coordenadas de cristianismo sojuzgó a América y en el nombre de la cruz resultará más salvífico destruir el eje del mal. Morirán bajo nuestras tizonas católicas habiendo recibido los últimos sacramentos y la bendición de Su Santidad. Serán más elegantes las esquelas de los pueblos muertos en las páginas de la historia.
Europa no debe, dice el flamante Doctor Aznar, permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. El amor es privilegio de unos cuantos elegidos. Y sólo esos elegidos tienen derecho a la felicidad. Los demás son incapaces y están condenados de antemano a los guantánamos negros de la soledad. Los pobres lo son porque tienen que serlo. Hay que castrar la sexualidad desviada, aberrante de quien no tiene una Ana que llevarse a la boca.
Europa cristiana y limpia, virginal e inmaculada, dogmática y excluyente. Doctor Aznar por la universidad del orgullo. Caudillo Aznar por el saber de las Azores. Pontífice Aznar por el occidente cristiano. Todo Aznar. Doctorado redondo. Consejero políglota. Moisés separador de las aguas. Pureza aria de sangre impecable.
Pido disculpas por existir, por no morirme a tiempo, por soñar un mundo que no cabe en las manos. Tal vez Aznar no perdone que hiciéramos del mar una utopía de espumas.

Rafael Fernando Navarro

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